¿Cómo le dichen?

Comenzamos hoy una serie de posts que espero sea inagotable.
Quizá ningún otro país como Costa Rica se caracteriza por la enorme, variada y original cantidad de apodos con que rebautizamos a los demás. Así que nos dimos a la tarea de recolectar la historia que hay detrás de esos singulares sobrenombres.
Sin más preámbulo, aquí están los dos primeros de la lista, escuchados esta mañana en el programa de radio El manicomio de la risa:

Peón de ajedrez
El dueño de este apodo sufrió un accidente en su juventud y quedó con la boca torcida. Sus amigos lo bautizaron Peón de ajedrez porque "camina de frente y come de lado".

Necesario
Se trata del eterno monaguillo de la iglesia El Carmen de Alajuela, a quien los feligreses manudos veía siempre acompañando al padre Justo. Verlos venir hizo que el apodo surgiera espontáneamente: "Ahí vienen Justo y...".

Siéntanse en la libertad de compartir sus apodos e historias al email randallcorella@gmail.com

Niño Dios le gana el pulso a Santa Claus

Imagen de una campaña publicitaria en Austria.

¡Cuál Mike Tyson, Alí, Hanna Gabriel, ni qué ocho cuartos! El Niñito Dios le pegó tamaña sopapeada a tal Colacho, en las creencias de los costarricenses.
Una encuesta de Unimer reveló esta semana que para el 42,7% los ticos, el de los regalos de Navidad no es otro que el retoño de María y José.
El mentado Santa Claus no es más que un gordo barbuchas, que a lo mucho llega a mensajero del recién nacido.
Y la verdad así debe ser. ¿Dónde se ha visto en Tiquicia muñecos de nieve, renos y elfos orejones? No, no, no. Lo nuestro son los portalitos, el rompope y los tomales. Aunque habrá que ver si más bien no es Colacho el que nos está copiando, y de tanto entrarle a los tamalitos es que se maneja semejante timba.